martes, 31 de enero de 2017

"Y cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí" II


EL MUNDO DE LOS PERDIDOS

No tenía que haber salido de mi casa. Sólo había andado unos metros cuando vi algo brillante en el suelo. Mi familia andaba un poco escasa de dinero, así que vi la posibilidad de ganar algo. Me agaché y lo cogí. Era un anillo con una espiral y me lo puse en el dedo para no perderlo. En cuanto crucé la esquina alguien gritó:” ¡Eh, tú!, ¿qué haces con eso?” Y empezó a correr en mi dirección. Yo, asustado, lo imité y en cuanto vi una esquina la doblé. Antes de que el hombre apareciese en esa calle tiraron de mi brazo, hacia un callejón.
Era una chica de pelo castaño que le llegaba por debajo del hombro, y unos ojos azul glacial. Supuse que era guapa pero no me dio tiempo a pensarlo. Enseguida cogió una ballesta y cuando el hombre que me perseguía pasó por delante del callejón le disparó e instantes después metió su cuerpo en una alcantarilla. Luego, fríamente, se giró hacia mí:
-¡No tenías que haber cogido ese anillo!- exclamó- Es más peligroso de lo que crees.
-No te entiendo- dije aturdido y confuso- solo lo he cogido porque creía que tenía valor.
-¿Tienes el tatuaje?- preguntó mientras me guiaba hacia el otro lado de la calle.
-¡Yo no tengo ningún tatuaje!- dije desconcertado.
Ella se quitó la chaqueta y me enseñó el tatuaje de su hombro. Tenía la misma forma que mi anillo, una espiral. Me volvió a mirar:
-¿No sabes la historia, no?
-No- creí escucharla murmurar “novato” pero lo dejé estar:
-¿Cómo te llamas?
-Soy Rodrick, tengo 14 años y vivo en East Side.-
-No me conozco bien Nueva York, por cierto, yo me llamo Victoria.
-¿Y a qué viene esto?- repliqué.
-Te lo tendré que contar.
-En 2017-explicó- como ya sabes, hubo una guerra civil, después de eso hubo una crisis. La gente empezó a reunirse en grupos para sobrevivir y algunos sucesos extraños empezaron a pasar. Los humanos normales no os percatasteis de este suceso, pues sois muy ingenuos. Había gente especial entre vosotros con poderes sobrenaturales. Hacia el año 2025, algunas personas descubrieron esos poderes y se dividieron en dos bandos, dependiendo de su objetivo de lo que buscasen. Los buscadores, buscaban la inmortalidad, y los perdidos, intentaban evitarlo. Así durante muchos años estuvieron enfrentados. El jefe de los perdidos, bando al que pertenezco, ya está demasiado mayor y no sabemos si resistirá otro ataque. Cristian, su hijo, podría ahora llevarlo a cabo, pero es de tu edad, es demasiado joven.
-Hemos llegado.- afirmó.
-Es un restaurante chino.-exclamé.
-Es lo que queremos que creáis.
Entramos. Había una mujer en el mostrador. Nos acercamos y Victoria le enseñó su tatuaje y dijo:
-Viene conmigo.
Fuimos hasta una zona con un montón de puestos y entramos en una que ponía “privado”.
Atravesamos un vestíbulo lleno de gente. Seguimos hacia delante y entramos en un ascensor. Pulsó la planta 300, la más alta, y fuimos a parar a un despacho. Allí, al fondo, había dos hombres, uno de pie y otro sentado. Escuché algo como “no podemos seguir resistiendo” pero se callaron cuando nos vieron; Victoria los miró y dijo:
-Padre. El hombre que estaba de pie la miró. Tenía una placa en la camiseta que ponía “consejero militar”.
-Victoria, siéntate por favor.
-Queríamos hablar contigo de una cosa.- comentó el hombre que estaba sentado. Era bajo y con el pelo gris. Podría tener 60 años, pero parecía que era más viejo.
-Sabemos que los buscadores avanzan y vienen a atacarnos. Debéis hacer que todos los menores de 16 años bajen al sótano, incluido Cristian. Y tú, Rodrick, acompáñala, te necesitamos vivo.
-¿Cómo ha sabido mi nombre?- pregunté extrañado.
-Telepatía. Es una de las ventajas de ser de esta sociedad- explicó.
-También necesitamos que vayáis preparando las armas. Y ahora, iros- continuó.
-¡Pero yo quiero ayudar!- exclamó Victoria.
-¡Victoria! No, y no se hable más. Bajad a la planta -6. Victoria me cogió de mi brazo y me llevó hacia el ascensor. Me volví:
-¿Qué está pasando?
-Te lo explicaré cuando lleguemos al refugio, mandaremos un mensaje a los demás y ahora vamos a avisar a Cristian.- murmuró, y asentí.
Fuimos hasta la planta 290. Allí había un apartamento que parecía normal.
Un chico de mi edad con el pelo rubio y los ojos verdes daba vueltas por la habitación susurrando, deduje que era Cristian. Se volvió hacia nosotros:
-¿Qué quieres, Victoria?- dijo con cara seria, parecía que nunca había sonreído.
-Tu padre dice que vayamos al refugio, ya hemos avisado a los demás.
-Yo voy a ayudar.-afirmó- Tú no vengas, quédate cuidando de él, lo necesitamos.
-Tú no puedes ir a luchar- sollozó- Te necesitamos- noté como temblaba.
-Nadie lo impide- dijo mientras me echó un mirada fulminante.
-Cerrad la puerta cuando os vayáis.
Cuando estábamos bajando vi que Victoria se limpiaba una lágrima de la mejilla. Aparecimos en un sótano sin ventanas con un montón de literas. Allí había gente de nuestra edad, mayor y pequeña, incluso menores de 6 años. Victoria gritó:
-¡Las puertas se cerrarán en 5 minutos!
Me llevó hacia una litera y me dijo:
-Vaya, lo siento, deberíais llevaros muy bien.
-Pues sí.- Nos quedamos los mirándonos cuando ella dijo:
-No voy a quedarme esperando.
-Siéntate.
-¿Por qué me has traído aquí? Yo no tengo poderes.
-Ese anillo solo podría encontrarlo uno de nosotros.
-Entonces tengo poderes sobrenaturales.
-Ya averiguaremos cuáles son tus poderes.
-Oye, ¿qué te ha pasado en el apartamento?
-Nada.
-Yo no calificaría como “nada” lo que he visto.
-Es sólo que lo echo de menos, antes no era así.-dijo con tristeza- y ahora a dormir.
No me había dado cuenta de que se había hecho de noche. Fue entonces cuando vi un pequeño dinosaurio de peluche que estaba colgado de la litera. Me dormí. Cuando me desperté, el dinosaurio seguía allí, se escuchaban ruidos en el techo. Sería de madrugada. En la litera de arriba había una luz. Me levanté para ver lo que era y vi a Victoria con la mirada perdida y una linterna. Me miró:
-¿Y tú qué haces despierto?
-Lo mismo te digo.
-Estaba pensando.
-Otra vez en Cristian.
-Desde que su madre murió está diferente. Está más serio y ya casi nunca lo veo- explicó.-Nos conocemos desde el día que nací porque nuestros padres son amigos. Cuando él tenía 5 años y yo 4 solíamos subir a la azotea a jugar, pero hace dos años, su madre murió y se volvió más serio, ya que sabía que sería el próximo jefe.

Bajó de la litera y me guio hasta una pared.
-¿Dónde me llevas ahora?- dije ya cansado de dar vueltas detrás de ella.
-Nos vamos a preparar y a ayudar.
Movió la litera vacía y apareció un túnel, era pequeño y circular pero cabíamos.
-Cogeremos unos unas armas e iremos a ayudar y de camino a ver si averiguamos tú poder.
El túnel subía y bajaba hasta que finalmente llegamos a una pared de metal. En un panel de control Victoria introdujo una clave y aparecimos en otra planta del edificio. Había armas colgadas en las paredes, desde espadas y pequeñas dagas hasta ametralladoras.
 En el centro de la habitación había un espejo.  No sabía qué hacía allí pero me miré en él. Mi pelo castaño estaba despeinado y los ojos verdes me brillaban más de lo normal, y eso no me gustaba. Ella cogió su ballesta y yo vi una pistola en la esquina. Cuando Victoria me vio mirándola dijo:
Es el cañón fantasma, puedes cogerlo pero es difícil de manejar. En cuanto lo cogí, supe que era para mí:
-¿Y ahora cómo salimos de aquí?- pregunté.
-Eso déjamelo a mí.- se dirigió a una de las paredes que tenía un ventanal y con una espada lo rompió. De repente gritó:
-¡Agárrate!
Me cogió y saltó. Tenía los ojos cerrados y cuando los abrí estaba volando.
No sé cómo ni por qué pero estábamos volando. Supuse que era el poder de Victoria, pero éste me sorprendió más que los demás. Sobrevolamos la ciudad. Estaba completamente vacía, seguramente la mayoría de los ciudadanos habrían ido a refugiarse a sus casas cuando intuyeron lo que iba a pasar.
Al lado de Central Park, en la 5º Avenida, se veían explosiones de todo tipo, de colores, de agua... Estaba más cerca la central de los Perdidos de lo que creíamos. Bajamos por una calle lateral y una ola de calor nos llegó. Victoria me explicó:
-Tu pistola atraviesa paredes y lanza rayos infrarrojos. Hasta que no averigüemos tu poder solo podrás disparar.
Miró hacia la batalla:
-Ahora vamos a intentar infiltrarnos en su comunidad, quítate el anillo ya a lo mejor te confunden con uno de ellos.
Avanzamos rodeando la gran guerra. Nos cruzamos con uno del otro bando, pero yo le disparé.
-Tenemos que llegar hasta la central.
-¿Y eso dónde está?- pregunté.
Vamos a seguirlos para ver hasta dónde van- explicó.
Dos soldados iban en dirección contraria a la batalla, así que los seguí. Victoria se quedó sorprendida y, finalmente, me siguió. Fuimos tras ellos hasta una lavandería:
-Elegís los peores sitios para vuestras entradas- dije.
Justo cuando entramos Cristian estaba rompiendo una lavadora.
-¡Qué haces!- exclamó alterada Victoria.
-Abrir la entrada, ¿tú que crees?- dijo sin inmutarse.
Una de las placas de la lavadora se desprendió.
-Pasad- un pasillo se abrió.
Pasamos y Cristian me volvió a echar su mirada de pocos amigos. Avanzamos unos metros hasta un vestíbulo. No había casi nadie excepto un guardia que maté sin mucha dificultad con mi pistola:
-3º planta pasillo derecho puerta del final- recitó Cristian.
-Como...- pregunté.
-Telepatía- respondió – como mi padre.
La puerta estaba abierta. Yo estaba empezando a sospechar, no había ningún guardia.
Miré por la rejilla que quedaba abierta, y vi un despacho con paredes acristaladas y una mesa en el centro, encima de ésta había una placa que recitaba el nombre de Víctor Manuel, y no había ningún mueble.
Un hombre de unos 30 años de pelo negro y rizado, estaba mirando por la ventana, se giró:
-Ya sabía yo que había que reforzar la guardia- dijo con serenidad.
- Sabes por qué hemos venido ¿no?- dijo Victoria con voz amenazadora. Los tres estábamos empuñando nuestras armas.
De pronto, él asintió y dijo:
-Tenéis razón, hemos perdido. Pero no nos rendiremos tan fácil. Habréis ganado la batalla pero no la guerra. ¡Hasta luego, manito!
Una de las ventanas se rompió en mil pedazos y saltó. Todos quedamos desconcertados. Miramos por el hueco que había quedado y justo en el último segundo un grifo pasó por debajo de él.

Bajo nuestros pies la batalla había llegado a su fin.
MARÍA LUISA MAQUEDA, GONZALO PALÓ, ÁNGEL SERRANO, PATRICIA TORRES, 2º C

Tres ventanas cerradas, Antonio Martínez


LA HUIDA

Cuando despertó “El Dinosaurio” todavía estaba allí. Pedro tenía la cara pálida, debido al frío y al hambre , me recordaba tanto a mi  hermano enfermo que me apiadé de él.

Mi señor  tiene dos caras , pero solo yo las conozco, su identidad secreta es la de “El Dinosaurio”, el asesino en serie que deja un dinosaurio de peluche como firma en cada uno de sus crímenes. A veces siento miedo cuando llega a casa estoy insegura a su lado. Me gustaría tanto huir de este infierno.

Mi señor, como de costumbre, se marchó al casino. Entonces fui a la habitación de Pedro y le llevé un caldo caliente a ese lugar tan aterrador, frío y oscuro. Cada vez que subía me recordaba a aquella etapa tan dura que pasé .                                                                                 

Pedro me agradeció la comida y me preguntó porque me encontraba allí , yo le expliqué que muchos años atrás  yo estaba en su mismo lugar pero que pude elegir entre trabajar para él o seguir presa.

Pedro y yo empezamos a congeniar y a entrar en confianza, pasábamos mucho tiempo junto. Cada vez que mi señor se  marchaba iba a verlo y ya no me sentía tan sola.

Pasé noches pensando como deshacerme de mi señor, y si era buena idea, al final después de tanto pensar decidí envenenarle con lejía.

Una madrugada cogí de la mano a mi amigo Pedro y salimos corriendo, sin rumbo pero felices.


SILVIA MORENO, CARMEN MUÑOZ, JOSÉ MARÍA COBANO, PILAR MOTA 2º A

lunes, 23 de enero de 2017

"Y cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí."

Hemos trabajado en grupo la narración y sus características. Este es el resultado de vuestro texto colectivo: historias de aventuras, fantásticas, policíacas, de terror... Finales abiertos, flash - back, narradores omniscientes y protagonistas.. y nuestro particular homenaje al escritor Augusto Moterroso.
Palacio de Partarríu, Llanes. Escenario de El orfanato



LA OTRA CARA DE LA NAVIDAD              


Esta es la historia de un niño de 9 años que se llama Jason, que es pobre y huérfano.


25 de diciembre


Hoy empiezan las Navidades, las mismas solitarias, aburridas y tristes Navidades que los otros años. Todos aquí esperan sus regalos pero temo que no habrá ninguno, lo mismo que todos los años.


26 de diciembre


Brenda, la cocinera ha llegado al orfanato con una caja enorme, envuelta en un papel con una tarjeta que ponía: “De: Lauren, Para: Los niños del orfanato”. Todos estábamos ansiosos por saber lo que había dentro de esa enorme caja, pero Brenda no nos ha dejado abrirla hasta la hora de merendar. Al fin ha llegado el momento y Brenda ha sacado un enorme bote de galletas. Todos hemos corrido hacia ella, pero éramos tantos niños y niñas en el orfanato, que al final tuvimos que compartir las galletas. Es la primera vez que recibimos un regalo y encima lo hemos tenido que compartir.


4 de enero


Los días han sido monótonos, así que decidí no malgastar las pocas hojas que me quedaban. Hoy ha venido una mujer, al escuchar su nombre en la recepción, recordé que era el mismo nombre que aparecía en la caja de galletas. De repente ha pronunciado mi nombre y he tenido que ir a recepción porque esa mujer quería verme. La mujer se ha quedado mirándome unos minutos con cara de nostalgia, en sus ojos veía que estaba a punto de llorar y, en ese momento, ha salido del orfanato. He entrado otra vez, pero no lo logré entender por qué quería verme y, si me quería ver, ¿Por qué se fue?


5 de enero


Me desperté, yo sabía que eran los Reyes pero no tenía ilusión de que me hubieran traído algo. Entonces, en ese momento, vi otra vez a esa mujer, en la mesa había un dinosaurio. Recordé que una vez de pequeño me regalaron uno igual. La nostalgia, los recuerdos y la presión me hicieron desmayarme. Pensé que era un sueño, y cuando desperté, el dinosaurio todavía estaba allí. Entré en el despacho y encontré a la mujer sentada con el papel de adopción al lado, entonces entendí que me quería adoptar. De repente me dijo: “Hola Jason, sé que esto que te voy a decir te va a confundir. Tú eras muy pequeño cuando yo no podía mantenerte y te di en adopción. Cuando me enteré de que tus padre adoptivos murieron vi otra oportunidad para volver a tenerte.”

Me sentí frustrado y aliviado. Aliviado porque tenía una madre y frustrado porque no entendía porque me abandonó. No sabía qué hacer, solo faltaba mi firma. 


DÁNYELIS CASTRO, ISABEL CORDERO, MAITE JIMÉNES-ORTA, MARTA LLAMAS
2º C




EL MISTERIOSO CASO DE JIMENA

En un pequeño pueblo de Londres, en el año 1966, vivía un grupo de amigas Jennifer, Jimena, Alexandra y Angy a las que le gustaba montar en bicicleta y participaban en carreras.

En una de sus carreras, una de ellas Jimena se cayó y se rompió la cadera y el fémur. Cuando iban en la ambulancia, tuvieron un accidente. Al llegar la policía descubr que Jimena no estaba allí. La policía-científica estuvo buscando el cuerpo de la chica, pero no encontraron rastro de ella. Sus amigas estaban muy preocupadas.

La policía empezó a interrogar  a cada una de las chicas. Primero, empezaron a interrogar a Alexandra, tras ella fueron Angy y Jennifer.

Cuando terminó el interrogatorio, las tres se contaron su versión de los hechos. Jennifer contó que, cuando iba para el hospital en bicicleta, se tropezó con una piedra y cayó al suelo. En ese momento ella no sabía que Jimena había tenido un accidente con la ambulancia. Angy contó que ella iba con Jimena y le pareció raro que una anciana condujera una ambulancia. Alexandra contó que recordaba que, antes del accidente, Jimena había discutido con una vecina suya, con la que no se llevaba nada bien. La vecina le dijo: `` ¡De esta no te libras, niñata!´´. Angy recordó que le resultaba familiar la cara de la señora de la ambulancia y se dio cuenta que era la vecina de Jimena

Las tres avisaron a la policía que decidió interrogar a la vecina. Ella solo dijo algo sobre un dinosaurio de peluche que Jimena tenía. Cuando terminaron de interrogarla el dinosaurio todavía estaba allí, lo cogieron y lo examinaron en el laboratorio. Descubrieron una nota con una pista que decía: ``El cuerpo lo encontraran en la casa número 27 de la calle Gimlebar´´.Una vez leída la nota, fueron a la dirección.

Uno de los policías observó que del buzón sobresalía una carta. Alexandra iba con la policía y miró  el nombre. Se acordó de que Jimena le había dicho cómo se llamaba su vecina``Isabella Smith”. Alexandra le dijo a la policía que ese era el nombre de la señora.

Volvieron a llamar a la puerta pero nadie abría. Forzaron la puerta y consiguieron abrirla. Buscaron por todos lados y en el armario encontraron a la chica envuelta en una bolsa de plástico.

La señora fue detenida y encarcelada por 20 años. A pesar de ello la señora confesó que la había matado porque su nieto estaba saliendo con Jimena y se querían casar. La mujer y Jimena no se llevaban bien y no quería que se llevara la fortuna de su familia. 


MARIO CRUZ, CARLA ÑECO, JUAN SERGIO PAVÓN, NATALIA RUIZ 2º A





EL ASESINATO
Era una noche cualquiera de verano, la brisa cálida sonaba fuera y el ambiente estaba cada vez más cargado. Adolph se encontraba en su escritorio con los pies sobre la mesa y la pipa sobre sus labios. De repente su compañero entró en escena:
-Tenemos otro caso, Adolph- comentó Peter
-¿Quién es esta vez?                                                                                      
-Tu compañero, Steven- respondió.
- Menudos hijos de puta- se lamentó Adolph.
Adolph fue a la escena del crimen; era un callejón sin salida, la manera más cobarde de matar. Cuando vio el cuerpo de su amigo se dio cuenta de dos cosas: Steven no tenía rasgos de haberse defendido, por lo que probablemente fueron en grupo; le habían golpeado la cabeza y, posteriormente, cuando ya estaba muerto, le habían atado las extremidades. Con estas dos pistas dedujo que había sido la banda que gobernaba el barrio en las sombras.
Al día siguiente, Adolph recordó que había tenido una conversación con Steven en la que este, muy nervioso, le había dicho a Adolph: “Creo que estoy a punto de encontrar al jefe de la banda, solo te puedo decir que la llaman Dinosaurio, ya que tiene tantos espías que nos podría estar escuchando y no quiero involucrarte en este tema”.
Tras horas mirando los informes de Steven e intentando seguir todos sus pasos, dio con un clave: no era la identidad de “Dinosaurio”, sino que este estaría a medianoche en el puente para recoger mercancía ilegal.
El detective fue al lugar, y  esperó hasta que sólo estuviera el jefe, ya que así sería más fácil capturarlo. Salió del escondite y empezó a perseguirlo, fue por todo Berlín, hasta llegar al callejón dónde habrán matado Steven. Dinosaurio se giró y Adolph, al ver que era la misma persona que días atrás le había comunicado el asesinato de su compañero con tanta sangre fría, lleno de ira, sacó su pistola y le mató. Minutos más tarde Adolph cayó del cansancio y tensión al lado del cadáver de Peter. Cuando despertó, el Dinosaurio todavía estaba allí.
Llegó la policía pero con la pistola que guardaba Peter en su bolsillo determinaron que fue en defensa propia.
Adolph se encontraba en su escritorio con los pies sobre la mesa y la pipa sobre sus labios. De repente su compañero entró en escena:
-Tenemos otro caso, Adolph- comentó su nuevo compañero
-¿Quién es esta vez?- respondió Adolph

JUAN Mª MUÑOZ, MANU REY, CARMEN RIVERO, ALBA RODRÍGUEZ 2º A



LA NOCHE DE MARÍA
 
Eran las 10 de la noche y ya había anochecido, María vagaba por las oscuras y solitarias calles de Fujoalita, de repente María sintió una punzada de dolor agudo en la espalda, se dio la vuelta y vio un rostro extraño, se le nubló la vista y cayó, quedándose tumbada en el frío suelo. Entonces vio unos pies que se alejaban corriendo.

En mitad de la noche Javier, un chico de pelo rubio y ojos azules la vio. Se fijo en su hermosa cabellera rubia con reflejos castaños y en sus hermosos ojos color café y la reconoció. Bajo ella vio lo que parecía una manta roja, al acercarse se dio cuenta que aquella manta era un charco de sangre, en ese momento sintió un vacío enorme en su interior, sacó su teléfono y llamó a la ambulancia. En el hospital decidieron operarla, ya que tenía perforado un pulmón.

Javier, preocupado por María se sentó junto a la puerta del quirófano a esperar que saliera, paseaba nervioso por los pasillos del hospital….con un pensamiento que le rondaba en su mente: “¿qué pasaría si María muriese? “.

Los padres de María llegaron corriendo, lloraban y gritaban:” ¡dónde está mi pequeña!”. Con ellos traían su peluche favorito, el que siempre le daba suerte. Se lo había regalado Javier, en un “Amigo invisible” que hicieron en la clase, y a ella le encantaba.

Los padres de María dejaron el dinosaurio delante de su cama. Cuando Javier pensaba que ya hacía una eternidad que María había entrado en el quirófano, apareció el doctor con cara de preocupación, los padres de María le preguntaron angustiados:

- ¿Tiene noticias? ¿Puede decirnos algo sobre el estado de nuestra pequeña?


El doctor, les miró fijamente y les dijo:


- Siento informarles que ha habido complicaciones durante la intervención.

Los padres de María se abrazaron fuertemente y miraron con tristeza la cara de Javier, el cual no dejaba de dar gritos de desesperación, entre un mar de lágrimas le preguntó al doctor: 

- ¿Complicaciones? ¿Cuáles?


- La costilla se ha desplazado hacia el interior del pulmón y esto nos ha complicado la intervención aumentando los riesgos de la misma.- Le respondió el doctor.

Javier pensó que todo su mundo se estaba deshaciendo bajo sus pies, dejaba de pensar que todo había sido por su culpa, al no haber llegado antes junto a ella.


Tras una larga espera donde los minutos parecían horas y las horas parecían días, el doctor volvió a salir del quirófano y les informó aliviado que la operación finalmente había sido un éxito y María se encontraba ya estable. Los padres de María y Javier intentaron entrar precipitadamente a verla, pero el doctor les cortó el paso, dado que no sabían cuando o como se despertaría.

Tuvieron que pasar varios días sin que María se despertase, y cuando ya comenzaban a perder la esperanza, Javier vio como María abría sus ojos lentamente.

Cuando se despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.



ALEJANDRO FERNÁNDEZ, LUCÍA MIR, PATRICIA PLANAS 2º A

 
Butterley snow2, Chris Morris



UN VIAJE SORPRENDENTE


Acababa de sacar mi billete para el horrible viaje hacia Polonia.

Nunca imaginé que las vacaciones en familia pudieran ser tan aburridas. Desde que lo supe todo, no le vi ningún sentido a la Navidad. Me encontraba entrando al tren cuando mi padre me dijo:

-¡Disfruta del viaje!

En realidad, todo lo hacía por mi padre, había perdido su trabajo y a su mujer, por lo que yo era su única fuente de felicidad. Supongo que irse de vacaciones con unos señores mayores a los que apenas conoces no será tan malo. Mis abuelos vivían en la otra punta del mundo y el viaje se me estaba haciendo eterno.

De repente, noté como si alguien se sentara junto a mí, no lo pude ver bien, ya que mis ojos estaban entrecerrados y borrosos por el cansancio, pero parecía un niño de unos 8 años.

Hice el esfuerzo de abrir un poco más los ojos y ver sus rasgos. Era rubio, con pecas dispersadas por toda su blanca tez. Llevaba un abrigo rojo y reluciente, con unos pantalones verdes y vistosos, aunque un poco gastados, como si se hubiera caído de la bicicleta antes de venir. Lo primero que se me pasó por la cabeza al ver al pequeño fue un resplandeciente árbol de Navidad. Supongo que los problemas familiares acumulados me estaban taladrando la cabeza.

Era tal mi cansancio que decidí echarme una cabezada.

Me desperté con un movimiento brusco del tren y abrí los ojos de golpe. El extraño niño lloraba junto a mí, pidiéndome que le acompañara. Sin pensármelo dos veces, lo seguí.

El niño me llevó por los oscuros pasillos del tren.

Inesperadamente, el pequeño abrió una trampilla que se encontraba en el suelo del vagón y caímos sobre las frías vigas cubiertas por la blanca y helada nieve invernal.

Estaba aterrorizada, pensé que le tren me pasaría por encima a gran velocidad, pero no fue así, en lugar de eso, continuamos cayendo sin cesar, hasta llegar a un verde prado desde el cual se podía admirar a lo lejos unas grandes montañas cubiertas por un blanco manto.

Estaba tan embelesada mirando aquel maravilloso paisaje, que no me di cuenta de que había un reno pastando plácidamente junto a mí. De repente, gruñó:     

-¿Qué pasa? ¿Nunca has visto un reno en tu vida?    

Me sobresalté al ver que el reno me estaba hablando, me pegué tal susto que caí de espaldas y me golpeé la cabeza con un grueso tronco.                         

Cuando desperté, busqué de nuevo las maravillosas montañas que vi antes a lo lejos, pero no las conseguía ver, pues me encontraba en ellas. Eran tan altas que no alcanzaba ver su helada cumbre.

En cuanto el niño vio que me despertaba, exclamó: `` ¡Bueno, parece que ya te has espabilado! Supongo que tendré que utilizar la magia´´. Y tras una leve pausa, chasqueó los dedos y aparecimos en una gran casa de Jengibre decorada con colorados objetos navideños.

Un hombre alto y regordete se asomó a la puerta de chocolate y dijo: ``Necesito tu colaboración ¿Me puedes ayudar a fabricar este juguete para una pequeña niña?´´. Me mostró los planos del juguete y añadí: `` ¡Yo tengo ese mismo juguete!´´ Entonces Papa Noel exclamó sarcásticamente: `` ¡Vaya!, ¡Qué casualidad!, ¡Manos a la obra!

Cogí las herramientas necesarias para crear ese pequeño juguetito que me resultaba tan familiar. No me pareció muy difícil coserlo, ya que tenía práctica, cuando era pequeña frecuentemente me fabricaba mis propios juguetes, ya que mi padre no tenía trabajo y no teníamos más que para comer.

Cuando terminé era muy tarde, la luna redonda y brillante reposaba sobre el cielo estrellado. Supuse que no me daría tiempo a llegar al andén. De repente apareció Papa Noel y exclamó: `` ¡Vaya, que tarde es! ¿Qué te parece si pasas la noche aquí y mañana te vuelves?´´ Yo asentí agotada y me limité a tumbarme en la mullida cama de la habitación de los renos parlantes, que me cantaron un precioso villancico para dormir. Al instante sentí como mis párpados se me cerraban, y caí dormida al momento.

Cuando me desperté me encontraba en mi monótono asiento del tren. A mi lado ya no se encontraba el peculiar niño de antes, en su lugar había un árbol de Navidad resplandeciente. Bajo él había una colorida caja envuelta en un precioso papel de regalo. Ansiosa por ver que escondía, lo abrí. Era un bonito dinosaurio de peluche. No sabía porque, pero me recordaba a algo, parecía que lo hubiese hecho yo, al fijarme en las costuras y los remiendos. De pronto sonó la bocina del tren, indicándome que había llegado a mi destino.

Cuando desperté, el dinosaurio todavía estaba allí. Me había despertado mi alarma, no la bocina de ningún tren.
ISABEL CABANILLAS, GONZALO PALÓ, ÁNGEL SERRANO, CARLA TRAVÉ 2º C